Un grafico bonito, solo para decorar.
Todas las Nocheviejas el ritual es el mismo; cena, turrón, campanadas, uvas, abrazos y fiesta, como si de un recurrente fenómeno astronómico se tratara, llega el fin de año. Celebramos que la Tierra completa una vuelta alrededor del Sol.
La definición de año es muy elegante, “el tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta al Sol” pero la naturaleza orbital de la Tierra es caprichosa y detrás de una definición tan simple se esconden complejos movimientos orbitales que hacen que no sea tan sencillo determinar cuándo se acaba un año y cuando comienza uno nuevo.
En astronomía al tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta completa alrededor del sol, o más técnicamente el periodo de tiempo que tarda la tierra en pasar dos veces por un punto cualquiera de su órbita se le llama año sidéreo. La ventaja del año sidéreo es que puede celebrarse cualquier día, todos los días son fin de año sidéreo y comienzo de nuevo año sidéreo, celebrar el cierre de año el 31 de diciembre es algo más tradicional que objetivo como veremos.
Visto así podríamos decir que el 31 de diciembre celebramos un nuevo año sidéreo, pero no es exactamente así, realmente cuando estemos comiendo las uvas esta noche la Tierra no estará exactamente en el mismo sitio que cuando comimos las uvas de la Nochevieja pasada. A la Tierra aun le faltaran 3 horas para llegar a este punto. ¿Y por qué no esperar esas 3 horas? Si nos ceñimos estrictamente al año sidéreo y esperamos esas 3 horas que faltan cada fin de año se produciría un retraso en las estaciones, en 8 años la llegada de las estaciones se retrasaría 1 día y en unos cientos de años celebraríamos el fin de año en verano y el San Juan en invierno.
La principal problemática de este movimiento de las estaciones son los turrones, ¿Quién sería capaz de comer turrón de chocolate a finales de junio con 30 grados a la sombra?, antiguamente las inquietudes eran otras, cuando se detecto este fenómeno de retrogradación de las estaciones la iglesia católica encontró problemas a la hora de celebrar sus fiestas, especialmente el día de pascua fiesta típica de primavera que con el paso de los siglos se llego a retrasar 10 días.
Preocupado el papa Gregorio XIII por que en pocos siglos la pascua se dejara de celebrar en primavera, impulso la creación e implantación de nuevo calendario que corrigiera estos errores para que las fechas del calendario coincidieran siempre con la estación que correspondiera. Este calendario corrigió al anterior calendario Juliano (impulsado por Julio Cesar) y se llamo gregoriano. Es el que utilizamos actualmente, ¡los fabricantes de turrones pueden estar tranquilos durante siglos, las fiestas de la navidad cristiana siempre serán frías y sus turrones no se derretirán!.
El año del calendario gregoriano coincide de esta forma intencionadamente con lo que astronómicamente se denomina como año trópico, que es el tiempo que tardan en producirse dos equinoccios de primavera. El desfase entre el año sidéreo y el año tropico se debe a un movimiento del eje de rotación terrestre llamado precesión. La precesión es un movimiento caprichoso de nuestro planeta que hace que se bambolee su eje de rotación de la misma forma que una peonza, este movimiento varía la posición de los puntos equinocciales y desplaza las estaciones, cada año debido a este movimiento las estaciones comienzan comienzan cada año unas horas antes respecto al año sidéreo.
La definición de año es muy elegante, “el tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta al Sol” pero la naturaleza orbital de la Tierra es caprichosa y detrás de una definición tan simple se esconden complejos movimientos orbitales que hacen que no sea tan sencillo determinar cuándo se acaba un año y cuando comienza uno nuevo.
En astronomía al tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta completa alrededor del sol, o más técnicamente el periodo de tiempo que tarda la tierra en pasar dos veces por un punto cualquiera de su órbita se le llama año sidéreo. La ventaja del año sidéreo es que puede celebrarse cualquier día, todos los días son fin de año sidéreo y comienzo de nuevo año sidéreo, celebrar el cierre de año el 31 de diciembre es algo más tradicional que objetivo como veremos.
Visto así podríamos decir que el 31 de diciembre celebramos un nuevo año sidéreo, pero no es exactamente así, realmente cuando estemos comiendo las uvas esta noche la Tierra no estará exactamente en el mismo sitio que cuando comimos las uvas de la Nochevieja pasada. A la Tierra aun le faltaran 3 horas para llegar a este punto. ¿Y por qué no esperar esas 3 horas? Si nos ceñimos estrictamente al año sidéreo y esperamos esas 3 horas que faltan cada fin de año se produciría un retraso en las estaciones, en 8 años la llegada de las estaciones se retrasaría 1 día y en unos cientos de años celebraríamos el fin de año en verano y el San Juan en invierno.
La principal problemática de este movimiento de las estaciones son los turrones, ¿Quién sería capaz de comer turrón de chocolate a finales de junio con 30 grados a la sombra?, antiguamente las inquietudes eran otras, cuando se detecto este fenómeno de retrogradación de las estaciones la iglesia católica encontró problemas a la hora de celebrar sus fiestas, especialmente el día de pascua fiesta típica de primavera que con el paso de los siglos se llego a retrasar 10 días.
Preocupado el papa Gregorio XIII por que en pocos siglos la pascua se dejara de celebrar en primavera, impulso la creación e implantación de nuevo calendario que corrigiera estos errores para que las fechas del calendario coincidieran siempre con la estación que correspondiera. Este calendario corrigió al anterior calendario Juliano (impulsado por Julio Cesar) y se llamo gregoriano. Es el que utilizamos actualmente, ¡los fabricantes de turrones pueden estar tranquilos durante siglos, las fiestas de la navidad cristiana siempre serán frías y sus turrones no se derretirán!.
El año del calendario gregoriano coincide de esta forma intencionadamente con lo que astronómicamente se denomina como año trópico, que es el tiempo que tardan en producirse dos equinoccios de primavera. El desfase entre el año sidéreo y el año tropico se debe a un movimiento del eje de rotación terrestre llamado precesión. La precesión es un movimiento caprichoso de nuestro planeta que hace que se bambolee su eje de rotación de la misma forma que una peonza, este movimiento varía la posición de los puntos equinocciales y desplaza las estaciones, cada año debido a este movimiento las estaciones comienzan comienzan cada año unas horas antes respecto al año sidéreo.
Para ser objetivos, ya que usamos el año tropico, deberíamos celebrar el fin de año y comienzo de uno nuevo en un solsticio o equinoccio cualquiera y de alguna forma así se hace, ya que el 22 de diciembre se produce el solsticio de invierno, el día más corto y la noche más larga del año. A partir de este solsticio, los días comienzan a crecer y las noche a decrecer, hecho que muchos pueblos celebraban sobremanera, ya que este fenómeno cerraba la temporada en que los días se acortaban y antecedía a la llegada de estaciones más benévolas, días más largos, época de cosechas, mejor tiempo. De ahí viene y tiene mucho sentido seguir con esta tradición ancestral y astronómica de celebración solsticial en la que empezamos a contar un año desde el solsticio o poco después.
Otro fin de año que debemos tener en cuenta es el fin de año anomalístico. La Tierra no orbita al Sol en un círculo perfecto (aunque por muy poco) si no en una elipse, esta forma orbital hace que en un fecha concreta la Tierra este en un máximo acercamiento al Sol (perihelio) y en otra en un momento de máximo alejamiento (afelio). El fin de año anomalístico se celebra cuando la Tierra está en su punto más cercano al Sol o perihelio y esto ocurre el 4 de enero.
Estas fechas son duras para los astrónomos, el 22 de diciembre comemos las uvas para celebrar el nuevo año trópico, el 31 de diciembre celebramos por tradición con la familia el fin de año de calendario y el 4 de enero volvemos a atragantarnos con las campanadas de la iglesia del barrio comiendo las uvas por el inicio del año anomalístico.
En todo caso al astrónomo que le gusten las uvas o salir de marcha siempre podrá celebrar el fin de año cuando quiera, ¡ya que todos los días son fin de año sidéreo!
¡Feliz año nuevo… de calendario!
Otro fin de año que debemos tener en cuenta es el fin de año anomalístico. La Tierra no orbita al Sol en un círculo perfecto (aunque por muy poco) si no en una elipse, esta forma orbital hace que en un fecha concreta la Tierra este en un máximo acercamiento al Sol (perihelio) y en otra en un momento de máximo alejamiento (afelio). El fin de año anomalístico se celebra cuando la Tierra está en su punto más cercano al Sol o perihelio y esto ocurre el 4 de enero.
Estas fechas son duras para los astrónomos, el 22 de diciembre comemos las uvas para celebrar el nuevo año trópico, el 31 de diciembre celebramos por tradición con la familia el fin de año de calendario y el 4 de enero volvemos a atragantarnos con las campanadas de la iglesia del barrio comiendo las uvas por el inicio del año anomalístico.
En todo caso al astrónomo que le gusten las uvas o salir de marcha siempre podrá celebrar el fin de año cuando quiera, ¡ya que todos los días son fin de año sidéreo!
¡Feliz año nuevo… de calendario!
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